La pandemia por SARS-CoV-2, a la fecha, 7 de junio del 2020, ha contagiado a casi siete millones de personas y es la causa de más de 401.000 muertes a nivel mundial. Los países han tomado diversas medidas intentando controlar la rápida expansión del virus, tales como extremar las condiciones de higiene, lavado de manos constante, sanitización y cuarentenas, entre otras.
Recientemente se ha reportado que SARS-COV-2 puede proliferar en el tuvo digestivo de los pacientes y es eliminado a través de las heces. Los primeros hallazgos que alertaron sobre esta situación fue la detección de material genómico del virus en aguas residuales, inclusive antes de ser reportados los contagios en el área donde fueron tomadas las muestras. Este hecho se ha repetido en varios países que analizaron aguas residuales sin tratar, tales como Francia, Australia, España, Holanda, Estados Unidos e Italia entre otros.
Aunque son escasos los estudios que indican la real prevalencia del virus en el ambiente, se estima, sin embargo, que el SARS-COV-2 puede mantenerse viable hasta 9 días en algunos tipos de superficies. Por otra parte, estudios de la estructura del virus a través de inteligencia artificial y otras herramientas moleculares, indicarían que SARS-COV-2 sería capaz de persistir en el ambiente y contar con una transmisión moderada vía fecal-oral.
Actualmente, la cuantificación de la magnitud del contagio se realiza a través de detección viral, principalmente en muestras de origen clínico. Sin embargo, estudios recientes han detectado partículas infectivas de SARS-COV-2 en muestras fecales de pacientes, sugiriendo una potencial vía de contagio fecal-oral.
Se ha descrito que personas infectadas excretarían el virus por periodos de entre 14 a 21 días, en algunos casos hasta 33 días posterior al examen negativo de PCR (respiratorio), así como en otros pacientes sus muestras fueron positivas durante 47 días desde que se iniciaron los síntomas.
En resumen, existe evidencia que SARS-COV-2 es excretado a través de las heces durante todo el periodo de la enfermedad, inclusive después de la recuperación, independientemente si el paciente tuvo síntomas gastrointestinales o no, razón por la cual el virus con plena capacidad de contagio podría contaminar alimentos de origen marino o aquellos cultivados a nivel del suelo y que se consumen crudos, ya sea debido a la existencia de emisarios de aguas servidas no tratadas que descargan al mar, o bien porque son cultivados con aguas contaminadas con materia fecal por fallas del sistema de alcantarillado, o francamente, por el uso de aguas cloacales no saneadas.
Dada la importancia epidemiológica que tienen estos hallazgos, para los efectos de diseñar estrategias eficaces de control o erradicación de la enfermedad la comunidad científica internacional está alerta sobre el peligro que representa la transmisión fecal oral del virus, lo cual sin ninguna duda requiere de más investigaciones en el área ambiental y particularmente, en el campo de los alimentos.
El esquema 1 es un resumen presentado por Gwenzi (2020) de la revisión de la evidencia científica, posibles vías de exposición, factores de riesgos, sugerencia para el control y temas relevantes a considerar en futuras investigación.
Dr. Gastón Higuera, INTA-U. Chile; Dr. Daniel Castillo, U Sek/Copenhague; Dra. Katherine García, ICB-Universidad Autónoma de Chile.
Referencia:
- Mapa mundia coronavirus. https://www.rtve.es/noticias/20200602/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml
- Gwenzi W. Leaving no stone unturned in light of the COVID-19 faecal-oral hypothesis: Is clean drinking water, sanitation and hygiene the missing link in developing countries?. 2020. DOI: 10.13140/RG.2.2.12267.57123.
Esquema 1. Evidencia resumida, posibles vías de exposición humana, factores de riesgo y prácticas riesgosas, mitigación y necesidades de investigación sobre la transmisión fecal-oral de COVID-19 en regiones en desarrollo (Adaptado de Gwenzi W. 2020)